Si se aprende a entender y usar los elementos que nos permiten articular el lenguaje de expresión, cada uno de nosotros podrá contar al mundo su propia y exclusiva visión de la vida a través del arte.
Cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible y, por lo tanto, cada uno de nosotros tiene una percepción única e irrepetible del milagro de la existencia.
Así, la realidad interna será la externa. Solo que dejará de estar encerrada en nuestra cabeza, en nuestro cuerpo y podremos configurarla para así poder comprenderla nosotros mismos y compartirla con los demás.
Para eso en el Espacio Arte y Expresión, se da total libertad a la propuesta de imagen de cada participante y, al mismo tiempo, se conoce de una forma gradual toda la complejidad del lenguaje plástico.
El trabajo de explorar la propia imagen lleva consigo la tarea de permitírnoslo, de validarnos, de acoger amorosamente los contenidos y las formas que
emergen de esa exploración.
Ese es el punto clave y diferencial de esta forma de aprendizaje, pues es imprescindible acompañar el proceso de exploración interna en un contexto respetuoso y amoroso para que este pueda tener lugar. Poder mirar y mostrar ese mundo interno implica atravesar todo un camino de autodescubrimiento.
Si no atravesamos las barreras que nos alejan de ser nosotros mismos, lo más probable es que hagamos aquello que se supone que es validado y reconocido por los otros, quedando nuestra imagen guardada y protegida de nuevas agresiones.
En el Espacio Arte y Expresión, se propone entonces un trabajo con dos patas fundamentales: la comprensión, aprendizaje y asimilación de lo que es el lenguaje plástico, junto a la exploración de nuestra propia imagen, de nuestro propio, original y único modo de ser y estar en el mundo.